Se ha cubierto de grises telarañas
tu oscuro corazón encallecido
y no encuentran calor para su nido
la emoción y el amor en sus entrañas.
Si has cerrado sus puertas, por qué extrañas
que no sientas el mínimo latido
de amoroso aleteo..., sólo el ruido
de un tropel de gusanos y de arañas.
Anidó el egoísmo a su albedrío
en su larga y oscura galería,
cerrada con cerrojo y cerradura.
Sólo existen las sombras y el vacío
y tanta es su frialdad que se diría
que, más que corazón, es sepultura...
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