Maldigo del poeta que se encierra
en su huerto interior y sólo cuida
esas rosas resecas de la herida
de un amor ya enterrado bajo tierra.
Y maldigo también de aquel que cierra
su conciencia miope y retorcida
para no ver la vida tan podrida
por el paro y la crisis y la guerra.
Se construyen postizos paraísos
donde tienen su "arte" como meta,
eludiendo deberes, compromisos...
¡ No merecen el nombre de "poeta"
los que escriben de espaldas e indecisos
ante el triste destino del planeta!