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jueves, 22 de agosto de 2013

BROCHAZOS BIOGRÁFICOS

Ya sesentaitantos efímeros años
que vine a este mundo,
una oscura noche de un otoño triste
como el más preciado y único fruto
de una labradora y humilde familia
que extremeñamente vivió del terruño,
cuando nuestra  España, borracha de sangre
y hambrienta de panes, se vistió de luto,
tras la fratricida e incivil contienda
y su cuarentena de miseria y yugo.
Fue feliz mi infancia
-jardín cultivado con fervor de culto
por mis nobles padres de amor empapados
y ya sólo un ramo de recuerdos mustios
que guardo en el alma como una reliquia
con  esmero sumo-.
Transcurrió mi infancia entre encinas grises,
bestias, herramientas, espigas y surcos…,
en contacto pleno con Naturaleza,
en trato fecundo
que me dio ejemplares y pardas lecciones
para un mundo injusto, difícil, absurdo
y me vacunaron contra vanidades
y orgullos ilusos.
De la dura escuela de la agricultura
fui aplicado alumno
y estudié problemas que aún no se han resuelto:
grandes superficies en gris latifundio
que no se dividen y sí multiplican
sumas de intereses a su amo absoluto
y restan salarios a humildes familias…,
¡para el bien de pocos el mal de los muchos!.
en mis juveniles y mociles años,
me apliqué al estudio
pagado en monedas de sudor paterno
y en mi entrega plena de esfuerzo rotundo.
Me libré con mis libros de gratas mentiras
y del conformismo cómodo y cazurro
que retorna al hombre al torpe amasijo
de sombras e impulsos.
cultivé inquietudes sublimes y nobles,
como el padre amado su austero terruño:
cultura y cultivo, fiel paralelismo
de pluma y de arado, de línea y de surco.
Mi razón insomne rechazó leyendas
y cuentos vetustos con glorioso tufo
de rancios olores que atufan el alma
y ocultan verdades tras cortinas de humo.
Yo busqué razones, caminos, atajos
a mis pasos ciegos por el novilunio
de mi negra noche, tal de tinta china,
sin luz y sin rumbo;
aparté las sombras, escombros, costumbres,
ancestrales ruinas de un pasado oscuro
y  dejé expedito de tanta maleza
mi camino abrupto.
Por hambre de libros
y paterno influjo,
cursé una carrera que hoy no se cotiza
ni renta intereses, prestigios o triunfos
en mundo que tiene por norte el dinero
porque no produce palpables productos:
artefactos, coches, inventos, vestidos…,
de volubles modas que marca el consumo;
cultivé cultura, ideas, sentimientos…,
asuntos del alma que no meten bulto
ni ocupan lugar… en la nueva escala
de inciertos valores de tantos incultos.
Partí de mi tierra con rabia y desgarro
a buscar futuro
donde no pesara tal losa el pasado
y el presente fuera más claro y seguro.
De sembrar cultura vivo en otras tierras
donde eché raíces para dar el fruto,
mi humilde cosecha de saber humano
y, a cambio , consigo el salario justo
de pan y esperanza  para el ir tirando
muy lejos de lujos ,
de esa vida muelle pobremente rica,
tan yerma y postiza que gozan algunos.
Entiendo el progreso tal riqueza íntima,
un tesoro interno, personal, profundo
de ideas, sentimientos, de ciencia y conciencia,
un fiel micromundo,
reflejo en pequeño del gran universo,
no un vacío lleno de estéril consumo,
triste escaparate con bella apariencia
que seduce y ciega con falaz embrujo.
Un ferviente orgullo de ser extremeño
recorre mis venas por los cuatro puntos
cardinales de hombre sin cartón ni trampa,
a pecho desnudo.
Allí donde vaya, llevo a Extremadura,
su voz en mis labios, su sangre en mi pulso
y el amor inmenso que por ella siento
a  versos traduzco
por regar raíces resecas de ausencias
de tanto extremeño que anda por el mundo.
No escribo mis versos por juego evasivo,
por prestigio o gusto;
compongo poemas por fiel compromiso
con gente y con tierra y, por ellas, lucho
con las nobles armas que tengo a mi alcance,
mi voz y mi pluma siempre en ristre, a punto
porque mi conciencia me impone que escriba
y, al hacerlo, sufro
sobre las cuartillas, campo de batalla,
donde sangro y sudo,
sangre de mi espíritu, sudores mentales
y así os voy dejando mi vida en tributo…