Al recuerdo indeleble y vitalicio
de mi querida madre, Elisa Ramos Rubio.
Busco entre tus recuerdos mi alegría,
un fulgor infantil que siempre tuve
cuando niño indolente, cuando anduve
de tu amada presencia en compañía.
Tu recuerdo querido, madre mía,
a las cimas del alma se me sube
y allí siento tu voz que grita "¡Uve!"
como tú me nombrabas cada día.
Aunque busco y rebusco por rincones,
por armarios, por cofres, por cajones...,
encontrar mi alegría no consigo.
Y mi vida, tan manca de ilusiones,
sin maternas ternuras, sin tu abrigo,
me sentencia a carencias de mendigo.
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