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sábado, 17 de noviembre de 2012

YO LANZO MI GRITO...

Como un triste Quijote, camino solitario,
a solas con mi sombra- mi humilde Sanchopanza-;
defiendo en todas partes el más noble ideario,
mi pluma siempre en ristre sirviéndome de lanza.
Y lucho por la vida en desigual combate
que ya sé, de antemano, lo tengo bien perdido;
observo atormentado el triste escaparate
que ofrece a nuestros ojos un mundo enloquecido;
un mundo de miserias, vestido de arrogancia
que siembra, en vez de trigo, cosechas de misiles
un mundo sordiciego que da preponderancia
al vicio de la guerra que a llantos infantiles.
Los llantos de esos niños al hambre condenados;
la falta de comida les hincha sus entrañas;
se comen su esperanza y están desesperados
y son amigos fieles de moscas y de arañas.
Manzana carcomida por viscosos gusanos
que se beben su jugo con esfuerzos ajenos
y se ensucian el alma y se lavan las manos
cual gusanos-pilatos elegantes y amenos.
Ellos son los que tienen el poder, la riqueza
que compra voluntades y mancha lo más puro;
no dejemos que ensucien nuestra pobre nobleza,
si el pasado fue suyo, será nuestro el futuro.
Porque somos los brazos, la fuerza, los motores
que compra voluntades y mancha lo más puro;
no dejemos que ensucien nuestra poder, la riqueza
que compra voluntades y mancha lo más puro;
no dejemos que ensucien nuestra pobre nobleza,
si el pasado fue suyo, será nuestro el futuro.
Porque somos los brazos, la fuerza, los motores
que mueven este mundo de oriente hasta occidente
y sirven de energía los ríos de sudores
que brotan de las manos y manan de la mente.
Me duelen los hermanos podridos por el paro
que esperan impacientes milagrosas recetas;
arropan sus miserias con estoico reparo
y con sueldos-limosnas de unas cuantas pesetas.
Cansados de promesas, sermones y miserias,
de siglos sin derechos torcidos por las leyes,
comiendo de los restos lo mismo que bacterias,
cargando con el peso lo mismo que los bueyes.
Se emborrachan pensando que la vida es un trago
Y se beben su vida como un vaso de vino
que suaviza su pena de dolor tan aciago
y les da falsa euforia para andar su camino.
Los marginan las máquinas con sus nervios de acero,
incansables obreros que no claman salario
ni reclaman derechos al patrón usurero
que impondrá su capricho, su trabajo y su horario.
El hombre poco importa en esta tecnocracia
que todo nos computa, nos guía y nos ordena…;
contemplo en todas partes desorden y desgracia
Y el cáncer devorando su presa a boca llena.
Nuestra vida sembramos de objetos, de aparatos
con la vana esperanza de sentirnos felices
y llenar nuestro hastío con momentos más gratos,
sus aristas cortantes dejarán cicatrices.
Maquinal es la vida, maquinal nuestro ambiente;
maquinal nuestro amor, maquinal la sonrisa;
respiramos un aire con hedor, maloliente
por el mal combustible que consume la prisa.
Maquinal es el hombre porque se robotiza
al continuo contacto con la fría chatarra
quien con máquinas anda… se marea, se idiotiza
y entre tantos cacharros, su razón se desgarra.
Domina la materia en este triste imperio
regido por botones, por mandos y tornillos;
algunos consideran su más noble criterio:
tener sus tripas llenas y llenos sus bolsillos.
Un hambre de consumo, una sed de placeres
devora nuestras almas con su grato atractivo;
sus derechos cultivan y olvidan sus deberes
y son pavos reales con aire despectivo.
Presentan como pavos su vistosa fachada
porque sólo desean humillar al vecino;
si levantas sus plumas, no verás casi nada:
un muñeco de barro con impulso mezquino.
Pululan por las calles, los bares y las plazas,
luciendo su plumaje, su gris bisutería;
su tiempo lo asesinan sentados en terrazas,
sus rostros maquillados con la falsa alegría.
Su tiempo lo desprecian porque es falsa moneda
y a todo se lo juegan porque no vale nada;
al final de su vida, cuando poco les queda,
se dan cuenta -¡ya tarde!- de su mala jugada.
Les falta a muchos jóvenes trabajo y esperanza
y pasan de la vida, se enganchan a la droga
y viajan por un mundo de malaventuranza,
esclavos voluntarios, ligados a su soga.
Y así se autodestruyen, desnudos de inquietudes,
porque pasan de todo, sin deberes sociales;
desprecian el espíritu, la vida , las virtudes…,
sus almas encadenan a cosas materiales.
Son fieles a las modas como mansos borregos;
presumen de modernos en medio del rebaño,
son cojos de cultura, de conciencia son ciegos;
si hacen mal al vecino, nunca sienten el daño.
Sembrado bajo tierra, ya el átomo homicida
programa sus neutrones y espera su momento
para arrasar el mundo, para matar la vida
con ardoroso soplo de su mortal aliento…
Mortíferas semillas sembradas por la Tierra,
estériles simientes que no darán su fruto,
reptiles en letargo que sueñan con la guerra
para dejar su rastro de destrucción y luto.
Vivimos intranquilos ante este panorama
que tiñe nuestros sueños con tintes de tragedia
y yo, triste Quijote, testigo de este drama,
denuncio el panorama por ver si se remedia.
Me chorrea por el alma la amarilla impotencia
ante tanta amargura que parió la codicia;
se me viste de pena mi sencilla existencia
y se empapa de rabia ante tanta injusticia.
Y, ante tanta injusticia, yo levanto mi grito
para ver si florece una hermosa cosecha
y , pensando en los sordos…, os lo doy por escrito
¡quedaré satisfecho si mi esfuerzo aprovecha!

lunes, 12 de noviembre de 2012

EL DEPORTE COMO META

La móvil veleidad de la veleta
ha imitado la vida y ya su norte
no es la ciencia ni Dios, sino el deporte
que al humano convierte en marioneta.

Se ha tomado el deporte como meta,
para muchos el único resorte
que les mueve su vida, el pasaporte
para efímera fama de etiqueta.

Se cultiva lo externo y secundario:
la fachada, la forma, la figura...,
descuidando lo interno y lo primario.

Se embrutece lo humano y su conciencia,
sin cultivo continuo, sin cultura,
se convierte en impulsos e indolencia.

viernes, 2 de noviembre de 2012

ELEVARON TAN ALTO LA CULTURA

   Elevaron tan alto la cultura,
tan lejos del alcance de la mano
de ese pueblo sencillo y soberano
que no puede alcanzarla a tanta altura.

   Quedó tan diminuta la estatura
de ese pueblo que arrastra sobre el llano
su anemia cultural, su gran desgano
y dormita al sopor de su incultura.

   Por su rudo trabajo embrutecido
ya no siente latir su pensamiento
a la inerte materia sometido.

   La falta de ese pan, de ese alimento
que llamamos cultura, ha detenido
su estatura mental, su crecimiento.