Con rumor bullanguero de colmena
y desgarros de garras de alimañas,
te gangrena y te aguija las entrañas
esa abeja rabiosa de la pena.
Y te alejas de un mundo de verbena
a sufrir soledades ermitañas
y te empeñas en versos y te empañas
con tu propia tristeza y con la ajena.
Tanto esfuerzo infecundo, tanta lucha
con enjambre de penas que te achucha
a sembrar tanto verso dolorido...
¿Para qué?¿Para quién?¡Si nadie escucha!
¿Ganarán con el tiempo algún sentido
o serán sólo asunto del olvido...
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