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martes, 15 de mayo de 2012

CON AFECTOS RETROACTIVOS



                        ( Recuerdos infantiles)



    El aroma de un ramo de romero
                las memorias me evoca de mi infancia
                esta tarde tan gélida de enero.
 

                      De un florero proviene esa fragancia
              de mi etapa infantil y campesina
              junto a ti, padre mío, en consonancia.

  Porque tengo y retengo en mi retina
             tu figura señera tan lozana
               en tu agraria labor de disciplina.

                Te recuerdo labrando en la besana,

               roturando en parcelas de barbecho
               con tu yunta mular en la solana.

                Te tomaste tu vida tan a pecho

             que hasta el surco trazado con la reja
             semejaba un renglón… de tan derecho.

                La labor emulabas de la abeja,

             indolente a dolores y a fatigas
             sin verter por tus labios  ni una queja.

               Enemigo de envidias y de intrigas,

           te entregabas tenaz a tus deberes
           con la entrega integral de las hormigas.

 Cuando el  Sol, entre rojos rosicleres,
            de su lecho se alzaba, ya en el tajo
            te encontraba cumpliendo tus deberes.

 Con tu experta pericia y desparpajo,
             conducías  con riendas y mancera
               el arado y la yunta en tu destajo.

Ya acabada la parda barbechera,
             tal hembra receptiva por el celo,
               tu parcela esperaba sementera.

                A voleo, lanzabas sobre el suelo
            una gran granizada de esos granos
              que, en tus trojes, guardabas con desvelo

               de gorgojos  granívoros , gusanos

           que voraces devoran  la cosecha
           del sagrado sudor de los humanos.

              Ya cubierta la tierra y satisfecha,
           germinaba en su seno la semilla
             y mutaba  ya en mies talliderecha.

              A manera de rubia coronilla
           florecía, entre lluvias y calores,
           en espiga velluda y amarilla.

                 El estío febril con sus ardores
           doblegaba del trigo la cabeza
           de fecunda cosecha precursores.

               En postrada postura de  nobleza,

           soportaban la tórrida tortura
           del asedio solar con entereza.
 
              Bajo un sol de insolente dictadura,

          al trajín te entregabas de la siega
          con tu  hoz de acerada dentadura.

             Tanto empeño ponías en tu brega

          de labriego en combate contra el trigo
          que, de un corte, ganabas la refriega.

            ¡Qué estrago en el trigal por tu castigo
          con sus tallos tallados, ya despojos
          en yacente postura  de enemigo!

             En gavillas tornabas los manojos

          para hacer con los haces las hacinas,
          tal botín vegetal sobre rastrojos.

            Con trajín de hormiguiles disciplinas,

         transportabas con carro por carriles
         grandes cargas de mieses ambarinas.

            Bajo rayos solares muy hostiles,

         era el rudo periodo de la era,
         de afanosos esfuerzos  tan febriles.

           
Con paso tortuguil o a la carrera
           de las bestias uncidas a tu trillo,
          triturabas la parva a la manera

            de una biga romana en un sencillo

         hipódromo de paja en vez de arena
         con sus ruedas cortantes en rodillo.

           Se acercaba el final de tu cadena;

        el divorcio de pajas y de granos
        por la ayuda  del viento en tu faena.

          Con el bieldo  y la pala por tus manos,
       alejabas con sólitos manejos
       el grave trigo de elementos vanos.

           Sin falaces euforias, sin complejos,
        de espaldas al reloj y al calendario
       te alejabas de fastos y festejos.

          Siempre fue para  ti lo prioritario
       recoger la cosecha en tu granero
       porque de ella salía tu salario.

          Esta tarde tan gélida de enero,

      padre mío de  noble trayectoria,
      me ha traído tu límpida memoria
      el aroma de un ramo de romero.


viernes, 11 de mayo de 2012

A UN ANCIANO PASTOR EXTREMEÑO

    La ingenua mansedumbre del cordero
tú tienes reflejada en tu mirada
y, en tus ojos, se encuentra arrinconada
la tristeza, redonda como un cero.

   En un largo balido lastimero
de una cándida oveja descarriada
se convierte tu vida, condenada
a seguir al rebaño bullanguero.

   Cotidiana y monótona rutina
es tu vida en el pardo pergamino
de esta tierra del cardo y de la encina.
 
   Has perdido en ganado tu destino,
sumiso a esa severa disciplina
de un duro caminar sin un camino…

Wenceslao Mohedas Ramos.

martes, 8 de mayo de 2012

EXTREMADURA DESANGRADA



  Que no está muerta…¡no!, sólo dormida
después de desangrarse a borbotones
a través de su historia… Otras regiones
absorbieron la sangre de su herida.

Que no está muerta…, ¡no!, sólo sumida
por la anemia de tantas transfusiones
en forma de humillantes migraciones
que la tienen postrada y dolorida.

Ya va abriendo sus ojos…, ya despierta
de un sopor secular de pesadillas,
ya se cura su herida siempre abierta.

Ya camina despacio, ya se nota
una aurora rojiza en sus mejillas
y un rumor de esperanza no remota…

miércoles, 2 de mayo de 2012

A UN JORNALERO EXTREMEÑO EN PARO

 Te apartan a la izquierda como un cero
porque sobran obreros de la cuenta
que echó el latifundismo y ya no renta
el humilde sudor de un jornalero.

Te condenan a un paro lastimero,
ya tu cuerpo no sirve de herramienta
y su fértil sudor ya no alimenta
la avaricia voraz de un usurero.

Todo está programado: la codicia
de unos cuantos que tienen en su mano
el dinero, la tierra y tu destino…

Y te dejan parado en tu camino,
mutilando tu impulso más humano
con leyes que defienden su injusticia.