Yo esperaba el laurel, pero fue el cardo
lo que obtuve del lírico cultivo,
ingrato premio del solar nativo
por tributo a su tribu de este bardo.
Nunca supe el porqué de este bastardo
tratamiento de acoso y de derribo
si pagué con amor, en afectivo
y me sirven mis libros de resguardo.
Por sentirme distinto, estoy distante
de ese modo de vida tan gregario,
un redil de rutinas tan castrante.
No me importan mi cruz ni mi calvario
porque el verso me sirve de sedante
y me siento, aunque solo, solidario.
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