" Había una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos"
José Agustín Goytisolo.
poeta español.
Por salirme del rebaño
a buscar mis propias sendas
para hallar nuevos parajes
sin hollar y sin malezas,
un terreno placentero
de praderas más amenas
regadas por claros ríos
tal sus fértiles arterias
y alejarme del redil
de la masa rebañega,
los pastores lugareños
me tildan de oveja negra,
una oveja descarriada
que bala en versos sus quejas
que ya el rebaño no escucha
por congénita sordera.
Del hatajo amodorrado
me aparto por diferencias
en el sentir, el balar
y el pensar con la cabeza.
Los hatos van cabizbajos,
mirando sólo la hierba
por lograr buenos bocados
y sólo en su pienso piensan;
una vez plena su panza,
borreguilmente se alegran,
balan, brincan, se solazan…
para espantarse sus penas.
Conducido por pastores,
el rebaño pastorea
los pastos de la campiña
bajo vigilancia férrea,
ayudados por mastines
dispuestos a usar la fuerza
si alguna res del redil
se va lejos de la cerca.
Yo prefiero ir cabizalto
por mirar a las estrellas
a ver si, en mi oscura noche,
alguna de ellas me orienta
y hallo senderos no hollados
que me lleven a otras tierras
de nuevos pastos que alivien
las milenarias anemias.
Renuncio a rancias costumbres,
avinagradas, acedas,
tan reacias al progreso
por mirar hacia otras épocas;
nos llevan a un conformismo
castrante, de complacencia
y nos dan humos… sin llama
que anubarran las conciencias.
A esas rutas rutinarias,
marcadas por tantas huellas
de gregarias transhumancias,
prefiero angostas veredas
para subir a las cumbres
entre frondosa arboleda
y así balar con altura
de miras…, desde las peñas
y, allí, poder meditar
bajo alguna sombra fresca,
entre balsámicas brisas
que mi mente me despejan;
en soledad absoluta,
me voy poblando de ideas
con que compongo balidos
bajo forma de poemas.
Mas al lanudo tropel
parece que le molesta
que yo dedique mis ocios
al cultivo de las letras.
Piensa que soy peligroso
por esta afición perversa
de escribir versos adversos
a tradiciones señeras,
de cultivar la cultura,
que enriquece la existencia
y ensancha los horizontes
más allá de la materia,
de sembrar mis inquietudes
en las límpidas parcelas
del papel por despertar
tantas dormidas conciencias
y pretender redimir
de culturales carencias
a convecinos congéneres
con una actitud fraterna
y dejar, en testimonio
de amor, mi herencia libresca
por si sirviera a mi gente
de benéfica receta.
A tanto amor sin desmayo,
a tanta cordial querencia,
a tantos nobles afanes,
a tanta lírica siembra,
responden con actitudes
de una indolencia chulesca
y con balidos de infamia
por indigna recompensa.
Tengo en las trojes del alma
almacenada una ubérrima
cosecha de desengaños,
desprecios, maledicencias…
Un tribunal pastoril
me ha condenado a la pena
de distancia y de silencio
en severa cuarentena;
teme que exista un contagio
de mi lírica demencia
y toda la prole ovina
sufra una funesta histeria
y despierte de sopores,
seculares, de su siesta
tras siglos de “pan y circo”
en una nefasta fiesta.
Por salirme del rebaño
a buscar mis propias sendas,
aunque les doy blanca leche,
me tildan de oveja negra.
Jaraicejo, agosto, 2008
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