Vine al mundo una noche
cuando reinaba escorpio
tal fruto ya maduro
de un árbol en otoño.
De labradores padres
fui el único retoño;
su ubérrima ternura
la tuve en monopolio.
Fui humano recipiente
donde vertieron todo
su amor, sus inquietudes,
su nobleza y decoro.
De paz era un remanso
aquel hogar tan probo
donde el amor corría
tal fontanar, a chorros.
Llanuras de encinares,
de jaras, de rastrojos…,
de mi feliz infancia
fueron telón de fondo.
Fui amigo de animales:
corderos, perros, potros…;
su trato fue más grato
que el dado por vosotros.
En este ambiente edénico
de tonos tan bucólicos,
mis años infantiles
pasaron como un soplo;
paraíso perdido
que, a veces, yo recorro
de manos del recuerdo
con aire melancólico;
bagaje de memorias
que llevo en los más hondo
del alma y la iluminan
tal luminoso foco.
En libros y en labranzas,
gasté mis años mozos
y mi pan cotidiano
lo pagó el sudor propio.
Por los libros, fui libre;
por mis padres fui sobrio:
¡es tan corto el camino
y hace falta tan poco!
Me alejé de los lujos
del consumo ostentoso;
me amoldé a ser humilde
por respeto a mi prójimo.
A las fiestas y fastos
renuncié ya muy pronto
por austero y sencillo
y por ser fonofóbico.
Preferí yo el estudio
al estadio, a los toros…,
el “panem et circense”
lo encontré muy tedioso.
Dediqué a labor lírica
horas de oro del ocio;
soledad y silencio
fueron siempre mis socios.
Sembré miles de versos
con el noble propósito
de ofrecerle a mi gente
un libresco manojo,
una lírica herencia
que sirviera de fondo
cultural a mi pueblo
al servicio de todos.
Mas mi esfuerzo fue estéril
y cayó en saco roto:
para el listo de turno
yo era un ser peligroso
porque no acepté normas
rebañegas de otros
y seguí otros senderos
espinosos y angostos.
Por versado en los versos,
por encima del hombro,
me miraron los necios
con rencor envidioso;
despreciaron mis versos
por sus necios antojos,
-¡nunca aprecian los necios
la labor de su prójimo!-
Pero sigo y prosigo
tan tenaz por estoico
con la frente muy alta,
sin careta en mi rostro.
Vuestros juicios injustos
me paso por los… forros
y es el tiempo a la larga
quien será juez de todos.
Yo, ante el pueblo sencillo,
de rodillas, me postro
y le ofrezco mis versos
en fraterno ofertorio
porque pueblo yo soy,
mi raíz no traiciono
y hacia él me dirijo
con sus penas al hombro
y, en mi patrio terruño,
esta tarde de agosto,
os entrego estos versos
por si os son provechosos…
Simplemente sublime. Manejas magistralmente la palabra.
ResponderEliminarDa igual que sean versos consonantes que asonantes; transmites, envuelves, acaricias… Emocionas.
No repares en los críticos celosos y corrosivos, sino en esa inmensa masa humana que te admiramos y seguimos.
Besos.
Hola, mi estimada y fiel amiga Tatiana; acabo de leer tu laudatorio mensaje a este sencillo poema arromanzado de tintes autobiográficos al que calificas hiperbólicamente de "sublime". Creo que no es para tanto... y que exageras. Muchas gracias por esta nueva visita y por tus gratas palabras. Me alegro de que te haya gustado y te haya emocionado. Gracias también por esos consejos hacia los "críticos celosos y corrosivos" que, pensando hacer mal, hacen bien porque sus injustas críticas las aprovecho de "abono poético" que me sirven para fertilizar las parcelas líricas y así poder seguir en mi tarea de sembrador de versos...
ResponderEliminarUn afectivo y fuerte abrazo fraterno de tu amigo
Wenceslao Mohedas Ramos
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona