(ESTAMPA ESTIVAL EXTREMEÑA)
Tarde tediosa de estío,
de hastío ardorosa tarde:
cuarenta grados de fiebre
marca el mercurio del aire.
Un sol insolente suda
sobre el pueblo y el paisaje
gotas de invisible lumbre
de un elevado voltaje.
El pueblo duerme su siesta
bajo un bochorno agobiante
como un blanco colmenar
que se quedó sin enjambre.
Calles calladas, sin vida,
por donde no pasa nadie;
sólo el tiempo de puntillas
con su paso inexorable.
De las casas los balcones,
las puertas, los ventanales
son bocas y ojos tapados
con persianas, cortinajes...
Sobre sus lechos echados,
con somnolencias sedantes,
con terapias soporíferas,
yacerán sus habitantes.
En menguante el pensamiento,
pero, en creciente, la carne;
la hoguera de la lujuria
arde en deseos carnales.
Hasta el viento vagabundo
se habrá dormido en un valle
durante el tiempo de siesta
por no enfadar a los árboles.
Tienen los campos resecos
un pardo color cobarde
con caminos que no llevan
a nadie a ninguna parte.
Sobre las amplias planicies,
son los grises encinares
un rebaño amodorrado
que sobre sus pastos pace.
El río, reseca arteria,
sin su corriente de sangre,
ya no es río, es osamenta
de un gigantesco cadáver.
Una flamígera flama
de la ardiente tierra sale
como incoloro sudario
de fina gasa de gases.
En tiempo muerto, la vida
tiene quietud inquietante;
memorias de cementerio
son sus mudas soledades.
Un pueblo quieto, dormido,
de un pueblo muerto es imagen,
es cadáver insepulto
que por tierra yace exangüe.
Despierta ya, pueblo mío,
de tu siesta..., se hace tarde;
levanta ya que el progreso
no espera, sigue adelante.
Llegará agosto y, con él,
tus pródigos emigrantes;
te darán latido y vida
en gran transfusión de sangre.
Tarde tediosa de estío,
de hastío ardorosa tarde;
el viento del valle sube,
baja el mercurio del aire.
(1) Este poema obtuvo el primer premio en un concurso poético de la ciudad de Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
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