“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar (...)”
Jorge Manrique,
poeta medieval español del siglo XV.
Nuestra vida es un río irrefrenable,
cuya acuática cuna es una fuente
y su agua es el tiempo, su corriente,
con su curso fluvial, inexorable.
En su raudo trayecto, irretornable,
nunca corre hacia atrás, contracorriente;
su destino señala hacia occidente
y su meta es el mar inmensurable.
Ningún muro ni dique ni barrera
le detiene su líquida carrera
a este río de tiempo en su andadura.
Y, aunque alargue o acorte su camino,
siempre es fiel a la fuerza de su sino:
de la fuente hacia el mar, su sepultura.
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