Tabernarios e infames charlatanes
que os bebéis vuestra vida en esos ratos
de taberna – caverna – y, entre flatos,
difamáis de mis líricos afanes.
Os bajáis a la altura de alacranes
y el delito os delata de insensatos,
con rencores, rencillas, arrebatos
y desprecios...¡patadas de patanes!
Yo rechazo los juicios de esos “jueces”,
sometidos a etílicas zozobras,
a visiones borrosas y a dobleces.
Y desprecio sus necias maniobras
porque, a cáscaras vanas, yo doy nueces,
¡y se mide a los hombres por sus obras!
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