Ni espero vuestro aplauso, ni imploro vuestro halago;
me bastan las migajas de dicha y de decoro
ganadas con las gotas que sudo en cada poro;
con húmedas monedas, mi vida me sufrago.
Desprecio el conformismo de cómodo empalago;
cultivo la cultura como único tesoro;
mi orgullo ya sin viento no sufre deterioro
si aplausos o desprecios me dais por lo que hago.
Escribo por vosotros mis versos, que os entrego
tal vaso de buen vino que sirva de vacuna
e inyecte en vuestras venas un plácido sosiego.
No pido recompensa, ni premio, ni fortuna;
me doy por bien pagado si gustan, si congrego
a todos los que, humildes, son fieles a su cuna.
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