A mi estimada admiradora Josefa Palau, "Pepeta",
con mucho afecto.
Gracias, pueblo catalán,
por darle lección de empeño
a un profesor extremeño
tan afín a vuestro afán:
por ganar con garra el pan,
por tanto amor a lo vuestro,
por defender vuestro ancestro
con uñas, dientes y manos
y por sentiros ufanos
de ser un pueblo maestro.
Vuestra seña es la “señera”
rojigualda -sangre y oro-
y os representa en el foro
de nuestra terrestre esfera;
cuatribarrada bandera
que, en “Diada”septembrina,
os convoca, os aglutina
a defender diferencias,
identidades, esencias:
lengua, historia, barretina...
Vuestra armoniosa sardana
es un humano engranaje,
corro coral con coraje
que baila ufano y se afana
en afirmar el mañana
a través de sus raíces
y obtener fuerzas motrices
de pueblo perseverante
que avanza siempre adelante
por sus propias directrices.
Flecha que apunta con tino
al cielo, humano ciprés,
la torre de “castellers”
os señala un alto sino
y os marca el recto camino,
la dirección -fiel veleta-
para subir... tal saeta
que, disparada del suelo,
se va elevando hacia el cielo
hasta alcanzar alta meta...
Desde mi tierra extremeña,
en décimas y en son lírico,
compongo este panegírico
en una tarde agosteña;
soy una humana cigüeña
que emigró del lar querido
y torna al leñoso nido
y, por un sentido innato,
a pueblo tan noble y grato
yo le canto agradecido.
Agosto, 1998
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