En un pueblo del sur..., pero del norte
de la dura y extrema Extremadura
fui unigénita flor de agricultura
de un tenaz labrador y su consorte.
El paterno sudor fue el pasaporte
al ilustre lugar de la cultura;
sufragué con esfuerzos mi factura:
soledades y ausencias por importe.
Y, entre libros, libretas y deberes,
soy docente decente en su ejercicio
de entregarse a letrados menesteres.
Yo me cumplo en mis actos de servicio
de sembrar en las mentes mis saberes
y, en mis ocios, los versos... ¡son mi vicio!
No hay comentarios:
Publicar un comentario