A Pablo Luengo Sevillano,
padre de mi amigo Malt,
anciano, emigrante y extremeño.
Ya se cubren tus cumbres con cabellos
de argentina corona en tu cabeza
y, en tu rostro, se aprecia la dureza
del pasado: pesares, atropellos...
Tu mirada ya irradia esos destellos
de prudencia, de paz y de pureza
que desprenden las almas con nobleza
de fulgores tan límpidos y bellos.
Y, aunque el cuerpo se curva con la carga
de ese fardo nefasto de tus años
que te pesa en tus pasos cuando pisas,
ya tu vida es remanso y se descarga
de sus cargas de amargos desengaños
y repartes ternuras y sonrisas...
Hola Wenceslao.
ResponderEliminarAquí persigo leyendo estos sonetos que no tienen desperdicio. Yo no entiendo, pero me suenan bien y sobre todo me absorben.
Este concretamente me recuerda a mi viejo, como yo lo llamaba cariñosamente, porque si es duro emigrar joven, de viejo es casi un crimen, pero el sistema les obligaba a seguir a sus hijos.
Un abrazo paisano.
Muchas gracias, estimada amiga y paisana María, por esta nueva visita tu "casa lirica" y por tus elogiosas palabras a estos sonetos que, según tú, "no tienen desperdicio" y que te hacen recordar a tu "viejo". Me alegro de que te haya gustado. Ya me pasaré por tus blogs y te introduciré alguno de esos videomontajes que me ha hecho un paisano y amigo residente en Holanda. Un abrazo extremeñamente fraterno de tu amigo y paisano
ResponderEliminarWenceslao Mohedas Ramos
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona