Isidro Mohedas Márquez
Te fuiste, padre mío, a la otra orilla
donde todo es silencio, sombra, olvido…
a gozar del descanso merecido
por tu alma de limpio, sin mancilla.
Ya te fuiste…, dejándome tu arcilla,
tu recuerdo, tu sangre, tu apellido…;
tu descansas ya en paz, padre querido,
y yo vivo en continua pesadilla…
Ya pagaste fielmente esa factura
que les cobra a los seres esta vida
por vivir esta efímera aventura.
¡ Tánto ha sido el dolor por tu partida
que ha vestido mi vida de negrura
y no encuentro una luz, una salida!...
tu recuerdo, tu sangre, tu apellido…;
tu descansas ya en paz, padre querido,
y yo vivo en continua pesadilla…
Ya pagaste fielmente esa factura
que les cobra a los seres esta vida
por vivir esta efímera aventura.
¡ Tánto ha sido el dolor por tu partida
que ha vestido mi vida de negrura
y no encuentro una luz, una salida!...
Hermoso y sentido soneto.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Pilar Alberdi, por esta rauda visita a tu casa lírica y por tu conciso, pero laudatorio y grato comentario.Mealegro de que te haya gustado.
ResponderEliminar¿Has encontrado el poema "Autodefensa dellibro"?
Saludos cordiales y amistosos de
Wenceslao Mohedas Ramos
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona