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sábado, 14 de diciembre de 2013

EL TIEMPO DE OCIO

   El oro de mi tiempo lo malverso
en ético y vital imperativo
y escribo, luego vivo y sobrevivo
en ambiente importuno, tan adverso.

   Escribo para ciegos... y converso
con sordos voluntarios; lo percibo
por su trato glacial y despectivo,
pero sigo y prosigo con mi verso.

   Cieguisordos a asuntos tan sutiles,
van los hombres borrachos de un mal vino
por su noche sin luna, sin perfiles.

   Yo no sé que violento torbellino
ha apagado la luz de sus candiles
y van locos, con prisas, sin destino...

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