Nos arrojan al mundo sin pedirnos siquiera
el permiso que avale tan fatal accidente;
estrenamos la vida con un llanto incipiente
tras precoces azotes en la parte trasera.
Nos arrastra la vida como a leve madera
sobre el líquido lomo de un furioso torrente
porque el tiempo es un río de alocada corriente
cuyo crónico cauce no conoce barrera.
Vamos aguas abajo, sin saber nuestra suerte,
sin poder agarrarnos a una roca o ramaje,
ni sabemos el sitio donde aguarda la muerte.
Sólo queda alegrarnos con alguna migaja
-un amor, una rosa...- nuestro breve viaje
de trayecto tan corto, de pañal a mortaja.
Hace mucho tiempo que te leo y que soy seguidor tuyo pero no he podido o no he sabido hacer comentarios, hasta que hoy parece que lo he consigo y de ahora en adelante lo convertiré en un habito.
ResponderEliminarA estas alturas nada te puedo decir que tu no sepas,
lo único que dices verdades como puños.
Un abrazo
Muchas gracias, estimado seguidor, por la visita a tu "casa lírica" y por tus gratas palabras. Me alegro de que mis poemas tre sean gratos y provechosos por eso de que digo, según tu opinión, "verdades como puños".Espero y deseo que ya hayas aprendido a hacer comentarios positivos o negativos en este blog donde puedes entrar cuando quieras porque serás bien recibido. Saludos cordiales y amistosos de
ResponderEliminarWenceslao Mohedas Ramos
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona