Presumes de feliz porque es festivo
tu concepto vital y tu postura
y sufragas con creces la factura
por vivir a un nivel superlativo.
Un impulso febril, competitivo
te empuja a competir en compostura,
en consumo banal..., nunca en cultura,
y tus pies ya se salen del estribo.
Por postura social tan triunfalista,
ya no sabes vivir en consonancia
con tu ambiente y te apartas de la pista.
Tal vergüenza produce la ignorancia
que es, por eso, frecuente que se vista
con el traje falaz de la arrogancia.
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