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miércoles, 19 de junio de 2019

AL CEMENTERIO DE JARAICEJO

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 Cuando bajo al cementerio
y oigo el fuerte
repique de la piqueta,
se me desvela el misterio
de la muerte
sin ropajes, sin careta;
esa infalible doctora
tan sombría, tan señora,
la que cura nuestros males
sin fármacos, sin receta,
con remedios naturales:
la que nos cura la herida
de esta vida
y es punto final y meta
de un callejón sin salida...
Veo una tumba tan desierta
de malas hierbas cubierta:
de cenizos y de zarzas
de malvas y de magarzas...;
y un nicho tal boca abierta,
como esperando comida...
Entonces se me despierta
mi memoria dolorida
al recordar desolada
que aquí se encuentra enterrada
media parte de mi vida.
Y observo con tanto espanto
que produce escalofrío
ver tan lleno el camposanto
y el pueblo ya tan vacío...

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