A solas con tu sombra y tu ceguera,
recorres tu camino oscuramente
porque tienes la noche tras tu frente,
la ignorancia, tu eterna compañera.
Circundada de sombras, prisionera,
la leve lucecilla de tu mente
ilumina tu entorno débilmente
y estrecha de tu mundo la frontera.
Esclavo de una turbia dictadura
donde sólo palpita el turbulento
latir de la materia ciega y dura,
se te nubla la luz del pensamiento,
convirtiendo tu vida en noche oscura
que sólo espera que la arrastre un viento.
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