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domingo, 25 de septiembre de 2011

NO SE PUEDE VIVIR TRANQUILAMENTE

¡Despertad, despertad, va siendo hora
de poner corazones en contacto
y luchar con amor contra la guerra
todos juntos, unidos por un pacto
los que amamos la paz y, a su servicio,
ponemos las palabras y los actos!
¡Acabemos con tantos enemigos
que amenazan la paz del ser humano:
la mentira, la guerra, la injusticia,
el rencor, la codicia y el engaño…,
arrojando verdades como bombas,
la palabra por arma en nuestros labios,
disparando el rabioso inconformismo
que llevamos por dentro silenciado!
No se puede vivir con la conciencia
tan dormida en un cómodo letargo
al sopor de pesadas digestiones
con un fondo de música, adecuado
para sueños profundos y apacibles
sin que enturbien la paz, los sobresaltos
ni oscuras pesadillas, tan frecuentes
en las negras conciencias de los amos.

No se puede vivir con pensamientos
que ya tienen olores putrefactos,
tantos siglos impuestos, tantos siglos
al capricho voraz de los gusanos;
si están muertos, busquemos sepultura
y un lujoso ataúd para enterrarlos
y sembremos, ¡por fin!, nuevas ideas
que alimenten a todos, no a unos cuantos…
No se puede arropar tanta mentira
con silencios hipócritas y engaños,
disfrazando verdades como soles
con un falso barniz para ocultarnos
la luz para el camino de la vida
y la fuerza vital para el cansancio.
No se puede vivir de las nostalgias
de los fríos escombros del pasado,
de rodillas, pidiendo una limosna
a la puerta cerrada de un avaro
o rogando, con vanas ilusiones,
que remedien el mal desde lo alto
porque el hombre desnudo de esperanza
siempre suele vestirse por abajo…

La manzana del mundo se nos pudre
sin que nadie se inquiete en remediarlo
porque el odio, la envidia y la codicia
van minando su entraña a picotazos
y asesinan la paz y la esperanza
en sombríos despachos a plumazos
y nos visten de luto la alegría
con las telas oscuras del espanto,
condenándole al hombre la tristeza
de vivir como un perro arrinconado.
Se envenena el planeta impunemente
con sustancias mortales y con átomos
que amenazan de muerte a nuestra vida
al eterno temor de algún chispazo…
y se puebla la Tierra de chatarra,
de esqueletos y restos de aparatos
que sirvieron de brazos a la guerra,
al servicio del crimen disfrazado.
No se puede vivir tranquilamente
a la buena de Dios o del Diablo,
cuando un hombre les niega a los demás
sus derechos vitales más primarios:
el derecho a la paz y a la justicia,
el derecho a la vida y al trabajo,
al mendrugo de pan de cada día,
a elegir su camino y su ideario,
el derecho a vestirse de esperanza
y a expresar sus verdades sin reparos
y a otros muchos derechos, tan torcidos
por los mismos de siempre, por los amos,
mercaderes del templo de este mundo
que convierten el templo en un mercado
donde veden la vida y la esperanza
a unos precios de oferta muy baratos.
Se desprecia el valor de la cultura,
programando los vicios más nefastos
para hacer de los hombres marionetas
A merced del negocio de un payaso.
No interesa el saber porque el que sabe
no obedece fielmente a los mandatos
del payaso de turno y siempre tiene
voluntad personal para sus actos;
se prefieren borregos ignorantes
que respeten las normas del rebaño
y que sigan las huellas seculares
muy marcadas después de tantos años.
Se cuida el exterior y se descuida
Lo más puro del ser, lo más humano,
lo que aleja a los hombres de las bestias
y los lleva hacia arriba desde el barro.
Se programa el amor a la apariencia
y al consumo superfluo y descarado
a través de una moda pasajera
que torna en especial lo secundario;
un concepto servil, sanchopancesco
les ata a la materia como esclavos
y así viven conformes, satisfechos…
porque nunca es feliz el insensato.
Siempre existe un peligro permanente
que nos pudre hasta el aire que aspiramos
y nos hace vivir siempre intranquilos,
bajo eterna amenaza atormentados
o dormimos con “drogas” la conciencia
para andar por la vida cual sonámbulos
a buscar un perdido paraíso
que jamás hallaremos porque es falso.
¡Despertad, despertad, va siendo hora
de ponerse a limpiar, pero a destajo,
tanta y tanta basura acumulada
a través de los siglos que llevamos
ensuciando el planeta, nuestra casa,
que es herencia de todos los humanos;
la tenemos tan sucia y descuidada
que da pena y vergüenza y hasta asco....
¡No habrá paz en el mundo mientras haya
tanta triste basura a nuestro lado
bajo forma de guerras o injusticias
y, por ello, tenemos que limpiarlo!..
Wenceslao Mohedas Ramos.