A rumiarse su pena campesina,
como
un manso rebaño de corderos,
los
pacientes y pardos jornaleros
en
la plaza se juntan por rutina.
Una mano mezquina los margina
Una mano mezquina los margina
en
rincones sociales lastimeros,
los
aparta a la izquierda como ceros
de
un nefasto fichero de oficina.
En aceras sentados y en umbrales,
En aceras sentados y en umbrales,
ya
esperan la receta milagrera
que
remedie sus males laborales.
¡La tierra sin amor, sin sementera,
¡La tierra sin amor, sin sementera,
de
matojos se eriza y de jarales:
las
verdes telarañas de la espera!