Otra vez, Jaraicejo, aquí me tienes
a mi cita estival , a
hacer un alto
en mi humano vivir en
sobresalto
entre gases y prisas y
vaivenes.
Las raíces me tiran de mis genes
y retorno feliz y
cabizalto
de ese infierno del ruido
y del asfalto
con más canas y arrugas
por mis sienes.
En ti, encuentro un edénico remanso,
tan propicio al balsámico
descanso
que me sirve de anímico
sedante.
De tu grato regazo no me canso
porque soy hijo tuyo,
aunque distante,
y me secas mis penas tal
secante.
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