"A José María Carceller e Isidora Delgado Cuenca, por su interés y ayuda en mi tarea poética"
Como una triste sombra dolorida,
sentada en un rincón la pobre anciana,
por cada pena, le salió una cana
y por cada hijo que emigró, una herida.
En un trozo de noche convertida,
envuelta en un mantón de negra lana,
va gastando sus años con desgana,
¡ ya no siente el latido de la vida !
Es ya sólo recuerdo sin consuelo,
arrugada materia atormentada,
nubecilla de tela sobre el suelo.
Ya espera solitaria y resignada
- más lejos de la tierra que del cielo -
su retorno a la sombra y a la nada...
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