La injusticia social y la pobreza
han tornado tan triste al extremeño,
condenado a vivir desde pequeño
de migajas ganadas con dureza.
Ha nublado su vida la tristeza
de vivir de alquilado y sin empeño,
al eterno servicio de algún dueño,
que ha humillado con yugos su cabeza.
Es por eso tan serio y cabizbajo,
solitario, sencillo, satisfecho...
que no sabe otra ciencia que el trabajo.
Y, en trabajos ajenos, ha deshecho
su vida convertida en un destajo
donde el amo sacó su buen provecho...
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