¡Qué grave y desolado el panorama
de este campo extremeño de secano
sin el suave cuidado de la mano
que limpiaba sus cardos y su grama!
Ya fecundos sudores no derrama
el pardo labrador sobre este llano
y lo torna más triste y deshumano
el color verdigrís de la retama.
Kilómetros de parda geometría
de un campo que ha perdido la alegría
de darles a sus amos un tributo.
Ya les muestra, en rotunda rebeldía,
ese aspecto colérico y enjuto,
negándoles con rabia cualquier fruto.
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