A la memoria indeleble de mi primo-hermano
Felipe Muñoz Ramos, muerto tempranamente.
Hoy, me pongo a llorar…, pero a destajo
porque tú te has marchado a la otra vida,
sin mi abrazo final, sin despedida
y me has puesto la vida bocabajo.
Hoy, yo siento en mi alma el golpe bajo
de tu muerte… y no encuentro una salida
para tanto dolor por tu partida
y no tengo un segundo de relajo.
Tú de cuerpo presente; yo, lejano,
empapando de penas mi pañuelo,
intentando sedar -¡intento vano!-
tanta ingrata amargura, tanto duelo
porque tú ya te has ido, primo-hermano
y yo quedo de luto y sin consuelo...
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