Ya ha llegado el momento, Extremadura,
de ponerte en camino sin tardanza
y avanzar hacia el Quinto Centenario
del Encuentro glorioso de tu raza.
Unos lazos fraternos nos empujan
a esa cita festiva y centenaria
donde tú , principal protagonista,
por derecho has de estar representada.
Porque fuiste la cuna de los héroes
que volaron muy alto, tal las águilas;
alcanzaron las cumbres de la gloria
y, en valor, consiguieron la plusmarca.
Porque tienes maternos compromisos
que no deben quedarse en hojarasca
de palabras hermosas, pero frías
sin cumplir exigencias más primarias.
Fue tu sangre explosiva , generosa,
la más fértil, más fuerte, más lozana,
la que quiso sembrarse tal semilla
y encontró el Nuevo Mundo por besana.
Resultaba ya el Viejo tan estrecho
para tantos empeños y esperanzas
que tu sangre, sedienta de horizontes,
emprendió su aventura americana.
Contemplaste –tal madre- a tantos hijos
que partían, famélicos de hazañas,
a buscarse la cara de la gloria
o la cruz de una muerte despiadada.
Los Balboas, Ovandos y Valdivias,
Los ¨Pizarros , Corteses y Orellanas…
inscribieron tu nombre “EXTREMADURA”
con mayúsculas de oro por su fama.
¡Qué revuelto de nombres extremeños
salpicando los textos y los mapas:
Medellines, Trujillos, Guadalupes,
Villuercas, Serenas, Villafrancas!...
Guadalupe fue pila de bautismo
de la indígena raza americana
y su Virgen Morena, la Patrona
verdadera y sin par de las Españas.
Fue un sagrado bautismo de personas,
de ciudades, de ríos, de montañas…
que son fieles reflejos de tu Historia
y son huella indeleble de tus plantas.
Nuestra fe, nuestras leyes, nuestra lengua
-con acento extremeño pronunciadas-
ofrecimos al indio tal ofrenda
de las prendas más propias, más preciadas.
¡Qué invasión de materias, de productos:
el tomate, el tabaco, la patata…-
que pasaron a tierras extremeñas
y arraigaron aquí tal en su patria!
Y, con ellos, las señas de sus nombres
con fonéticas raras, tan extrañas,
que, sembradas en surcos de los libros,
germinaron en lengua castellana.
¡Tú escribiste en el libro de la Historia,
con tu sangre por tinta, una gran página
de heroísmo, de amor, de sacrificio
a la gloria de España consagrada!
¿Tanta fama pasada ya no pesa
y es ingrávida paja en la balanza
de sus turbios merchantes , sólo inquietos
por sus sucios negocios y ganancias?
¿Quién te quiere quitar protagonismo
y dejarte a la puerta, arrinconada,
mientras otras celebran esta fiesta
con postura egoísta, insolidaria?
¿Quién se quiere comer la mejor parte
del pastel de esa fiesta solidaria
y dejarte tan sólo lo que sobre,
la porción más pequeña o las migajas?
¿Quién te aparta a la izquierda tal un cero,
al oeste de España, tu madrastra,
a vivir, por los siglos de los siglos,
cosechando miserias y desgracias?
¿Qué ancestrales temores te mutilan
la esperanza , la fe, la confianza
en ti misma? ¿Qué mezquinos manejos
-siempre impuestos de fuera- te atenazan?
¿Quién privó de los panes y los peces
a tu gente sencilla, resignada
y escondió bajo llave la cultura
para el uso privado de su casta?
Yo no puedo callar tantas verdades
a lo largo de siglos silenciadas
por gobiernos indignos, indolentes
al dolor de esa tierra desangrada.
Te han sembrado semillas de discordia,
de indolencia, de envidia… - telarañas-
que te agrisan la vida y la alegría
Y anubarran la luz de tu mirada.
¡Cada cual por su lado! Tanta gente
desunida, dispersa, desnortada,
incapaz de encauzarse en la corriente
de una causa común, mayoritaria!.
¡Cuánta sangre extremeña que se pudre
sin raíces – semilla malograda-
por los surcos extraños de otras tierras
sin tornarse en espiga sazonada!
Yo no puedo callar tanta injusticia,
tanta sorda codicia programada
para el bien de unos cuantos, ¡los de siempre!,
que han dejado a mi gente enlagrimada.
Tanta infamia me deja por los labios
el amargo sabor de la retama;
me empozoña por dentro de impotencia
y me eleva el voltaje de la rabia.
Y, por eso, mi verso siempre en ristre
tiene el brillo rojizo de las brasas
encendidas en fraguas interiores
donde fraguo con fuego mis palabras…
Es la hora propicia -¡Ahora o nunca!
de salvar con un salto la distancia
de esa cima de atraso, de incultura
que te tiene a la cola relegada.
Es la dura batalla del futuro
y , entre todos, tenemos que ganarla;
si se triunfa, la gloria es para todos
y de todos la culpa si se falla.
Es la hora de aunar las voluntades
en empresa común por esta causa
por encima de torpes intereses
de partidos que parten y separan,
de romper egoísmos, apatías,
conformismos cobardes que nos castran
la palabra y los hechos y las culpas
siempre ajenas…,quizás las circunstancias;
de quemar- tal Cortés- todas las naves
por si algunos, por miedo, se acobardan
y quisieran volver hacia el pasado
a vivir para siempre en retaguardia.
Es tarea de enjambre: tuya y mía
y de todos si sienten sus entrañas
encendidas de amor por esta tierra
y les duele la herida que la sangra.
Ha llegado el instante decisivo
de ponernos a punto la esperanza
y jugarnos la carta del pasado
al futuro si ansiamos esta baza.
Una puerta de par en par abierta
en la esquina del siglo nos aguarda
si seguimos los pasos del proceso,
no de efímeras modas que nos atan.
Si pasamos con paso presuroso
sin mirar hacia atrás, a nuestra espalda,
confiando tan sólo en nuestras fuerzas,
no en ayudas ajenas, siempre avaras.
Si avanzamos con fe, sin titubeos,
timideces, complejos que retardan
con perezas plomizas nuestros pasos
y nos frenan el ritmo de la marcha.
precisamos aquí conquistadores
de progreso, justicia y esperanza
para alzar esta tierra deprimida
del abismo social en que se halla.
Que descubran la “Nueva Extremadura”
sin salir -¡”non plus ultra”!- de su patria
y conquisten injustos latifundios
de la estéril tutela aristocrática.
Que la tierra no sirva para el ocio
de unos cuantos , de campo de batalla
donde matan el tiempo y toda vida
con el juego cruento en toda caza.
Hacen falta más mentes idealistas,
paridoras de ideas prioritarias
y más manos obreras bien dispuestas
a llevar las ideas a la práctica.
Ya nos sobran caciques, señoritos
y parásitos que miran con nostalgia
hacia tiempos pasados ya escombrosos
porque tienen ideas putrefactas.
Es preciso el retorno de emigrantes
del ingrato destierro en la distancia
donde el pan sin la sal de la alegría
alimenta su vida y su desgana.
Deberemos tratar nuestras materias
que no salgan de “primas” a la diáspora,
sino envueltas en trajes elegantes
con las señas de origen de sus fábricas.
Sólo falta curarte alguna herida
que no tienes aún cicatrizada
y lavarte y vestirte para el acto
con tu traje y tus prendas de más gala.
¡Porque estás invitada por derecho
de un pasado glorioso que te avala
y no deben faltar en esta fiesta
tu presencia materna y tu palabra!